Historia de la Facultad de Derecho
Las cátedras de Leyes y Cánones de Derecho romano y canónico se instituyen en la Universidad de Zaragoza desde su creación. Se enumeran en los estatutos de 1583, 1587 y 1597. Los primeros nombramientos de catedráticos datan de 15-VIII-1583. Las cátedras, en número de tres, se reparten el estudio del Corpus justinianeo: «Digesto viejo» e «Infurciato» (I y II Parte de Pandectas) y «Código e Instituta». Las reformas del XVIII les dan otras denominaciones, que no contenido: «Prima» y «Víspera de Leyes», «Código e Instituta».
La Facultad, hasta mediados del XVIII, no enseña al futuro jurista sino Derecho romano , si bien se recomienda a los profesores en los estatutos de 1597 que «quando se ofreciese según la materia declarasen lo que hay de fueros y observancias acerca de ella en este reino y lo que se usa». Hay, pues, una temprana preocupación por el Derecho regnícola, interrumpida por las reformas del XVIII, que si bien reducen el monopolio del Derecho romano, obligan, conforme a la Nueva Planta, a estudiar el Derecho castellano, siguiendo las Instituciones del mismo redactadas por quien fue alumno de la Facultad, Ignacio Jordán de Asso, y por Miguel de Manuel.
El Derecho romano se estudia en esa época por los textos sistemático y «elegante», respectivamente, del germano Gottlieb Heineccius y del holandés Arnold Vinnius. Sin embargo, las reticencias de la Facultad ante la introducción innovadora del Derecho natural, racionalista y crítico de la monarquía de derecho divino, mueven a la Económica Aragonesa de Amigos del País a crear en su seno, en 1785, una cátedra de tal materia. La ardua polémica, no exenta de violencia física, concluye con la designación de un catedrático de la Facultad, José Broto, como profesor de dicha materia, estudiada por los Elementos de Derecho natural de Heineccius. Una disposición del monarca, de 1794, en la línea del «cordón sanitario» establecido para con las ideas triunfantes en Francia, suprime dicha cátedra, alentadora, se arguye, de las doctrinas de la soberanía popular y del regicidio.
En 1807 el plan de estudios de la Facultad mantiene la reducción del romano y la preferencia del Derecho castellano, e inicia el estudio de la economía, siguiendo la Riqueza de Adam Smith. Al suprimirse los estudios de Cánones, la Facultad se seculariza; si hasta entonces ha formado a funcionarios de la monarquía, ahora, dado el carácter prevalentemente jurídico de la revolución burguesa educará, con deficiencias, los asesores jurídicos de la burguesía aragonesa y a esa misma burguesía, ansiosa del título de abogado. Como contrapartida, a partir de 1845 perderá su autonomía en aras del poder central que dicta planes e impone profesorado. No es así de extrañar que el regionalismo jurídico del XIX no encuentre en la Facultad su motor, sino en el Colegio de Abogados y en su Academia Jurídico-Práctica Aragonesa. Los juristas salidos de las aulas de la Facultad, pero no los profesores, impulsarán ese regionalismo. Sólo a partir del Congreso de jurisconsultos (1880-81) y con Ricardo Sasera y Mariano Ripollés, se vincula la Facultad al foralismo, y estará ya presente en la comisión redactora del Apéndice (1925), en el Congreso de Derecho civil (1946), así como en la Compilación vigente.
De sus primeros profesores destacan, en el XVI, Juan Costa y Beltrán , Andrés Serveto de Aniñón o José Sessé y Piñol. Cánones, no Leyes, profesa Jerónimo Portolés. Ya en el XVII, Diego Antonio Francés de Urrigoiti y Juan Cristóbal de Suelves y Español. En el XVIII, Gil Custodio Lissa y Guevara. Desde fines del XIX, un grupo de profesores participa, confesionalmente en congresos, medios de prensa o actividades católicas, y son políticamente afectos al carlismo o al maurismo. Son de citar: Luis Mendizábal , Inocencio Jiménez , Salvador Minguijón , Juan Moneva y, más joven, Miguel Sancho Izquierdo. De varios de ellos saldrá en 1923 el Partido Social Popular, versión española de la Democracia Cristiana, truncado por el advenimiento de la Dictadura. Sus hombres, sin embargo, a través de Universidad, fundada en 1924, aplaudirán la política educativa de Primo de Rivera. Tras la guerra civil y vencido un período de pobre localismo y cátedras vacantes, la Facultad adquiere a partir de 1955 calidad científica, si bien no logra hacer cuajar la Escuela de Práctica Jurídica. Órgano de expresión de su actividad es la revista Temis.
De los libros de matrícula se infiere que entre 1646 y 1700 la media anual de alumnos de «ambos Derechos» era de cerca de 50; de 1701 a 1740, de 65; de 1741 a 1799, de 195; de 1800 a 1844, aumenta a 316. A partir de esa fecha,y siendo ya sólo Facultad de Derecho civil, se mueve en torno a los 400. Desde 1955 se inicia la expansión, que llega en 1979 a los dos mil, siendo cerca de la mitad alumnado femenino.
Durante la década de los ochenta, el número de alumnos que cursan Derecho en la Facultad de Zaragoza, experimenta un notable incremento, alcanzando la cifra de 5.532 en el censo 90-91, a partir del cual desciende ligeramente, siendo 4.551 los alumnos matriculados en el curso 98-99.
El edificio levantado por Regino Borobio de los años cuarenta tuvo que ser ampliado con la construcción de dos bloques más. El primero, destinado a departamentos, se levantó en los años setenta; mientras que en 1986 se inauguró el segundo, ocupado por nuevas aulas. En 1990 se emprendió la reforma integral del edificio de la vieja Facultad, fuertemente deteriorado, y se amplió levantando una planta más que alberga la nueva biblioteca, con 250 plazas de lectura y capacidad para 120.000 volúmenes. Con esta última reforma, los 6.000 metros cuadrados del antiguo edificio se ampliaron a 8.000.
El 23 de abril de 2012, día de San Jorge, Las Cortes de Aragón, entregaron a la Facultad de Derecho, la medalla de la Institución, en atención a ser el máximo exponente del Derecho en Aragón.